Es necesario conocer el poder de las palabras en nuestro cerebro y cómo determinan el rumbo de nuestro pensamiento, nuestra actitud ante la vida, e incluso nuestra longevidad. De forma que utilizando las palabras adecuadas podremos ayudarnos a nosotros mismos, mientras que si utilizamos un lenguaje derrotista nos bloquearemos a la hora de intentar solucionar cualquier problema.
Hablar bien nos hará sentir más felices. ¿Y cómo hablar bien? Lo primero será observar y tomar conciencia de cómo hablamos, de cuál es nuestro lenguaje, identificando qué palabras o frases utilizamos que pueden ser nuestras aliadas y cuáles nos pueden resultar nocivas. A partir de ahí utilicemos, en nuestro día a día, el lenguaje de una forma más consciente, potenciando el uso de las palabras o frases positivas y evitando usar las negativas. Es importante evitar las generalizaciones "siempre me pasa lo mismo" "todo me sale mal" para que no se conviertan en pensamientos automáticos. Debemos aplicar las matemáticas a nuestro lenguaje diario, sumando y multiplicando las palabras positivas.
Al hablar le decimos a nuestro cerebro lo que ha de sentir, le damos instrucciones para generar emociones. El lenguaje puede cambiar nuestras vidas. Hablemos bien y nos sentiremos mejor. ¡Podemos empezar ahora mismo!.
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